Tasa fija es aquella que, definida al momento de otorgamiento, no cambia durante todo el plazo definido para el pago del crédito. En la tasa variable, el interés de este tipo de créditos se calcula sobre la base de la Tasa Activa Bancaria (TAB), que es la tasa mínima a la cual los bancos pueden prestar sin perder dinero. Sobre este valor, los bancos agregan los márgenes que estiman adecuados para cubrir los costos de administración de los créditos, sus riesgos y la ganancia que pretenden obtener (spread). Esta tasa se fija en general para un primer periodo del crédito (en general 3 años), quedando para el periodo restante una tasa en función del spread, es decir, por ejemplo, TAB + Spread. En momentos de tasas bajas con expectativas de control inflacionario, en una economía estable, puede ser una buena alternativa la tasa variable. Pero hay que reconocer un componente de riesgo mayor; el no cambio oportuno ante la eventual variación de las tasas puede significar incluso llegar a pagar el doble del dividendo. En todo caso los contratos contienen una cláusula de pre-pago a través de la cual, las personas pueden modificar su deuda hipotecaria. En estos casos, es necesario analizar muy bien los costos asociados al cambio de la deuda.